Despuès del viernes, despuès de una triste despedida, en la que nos ganò el dolor y que no pudimos revertir....tal como hubiese merecido Hugo.
Si Stella, yo pensè lo mismo......nos faltaron las fuerzas
Las estuve juntando estos dìas que pasaron, desde el viernes me dieron vuelta los recuerdos, los momentos gratos y divertidos y quiero compartir con todos , cuatro de los muchos momentos del Tìo Hugo........el tìo solteron, el que llegaba del lugar mas remoto a buscar a sus sobrinos a la hora que solo èl sabìa y a veces ni si quiera, pero alli estaba, tarde pero siempre.
Transcurrìa el año 1975, Hugo en Còrdoba haciendo la colimba como paracaidista, ( que otra cosa podìa elegir Hugo ) era su primera experiencia en la Còrdoba que tanto amaba y en el vuelo de iniciaciòn se fracturò la tibia, si mal no recuerdo.
Era la època del Rodrigazo , con la escàndalosa inflaciòn y justo el dìa que renunciaba Rodrigo como ministro de economìa, 18 de julio, nace Marco , mi primer hijo y su primer sobrino....
Al dìa siguiente, estando sola en la habitaciòn de la Clinica Los Andes, en ese horario en el que a nadie se le ocurre hacer una visita a un sanatorio, en ese horario en el que los familiares, salen a comprar algo necesario o hacer algùn tràmite en la administraciòn, en ese horario en el que no dejaban entrar a nadie, porque estàba prohibidìsimo.......golpean la puerta......y entra Hugo con el yeso , la pata dura, las muletas, un ramo de flores, mochila de viaje y cargado de cosas colgadas de su cuello, con gritos de alegrìa, recièn llegado del micro y queriendo conocer a su sobrino.
Sin duda, era su primer sobrino y era lògico que quisiera conocerlo, pero no fue asi solo con el primero.
En junio del 77, estaba por nacer Ana Laura, esta vez... Pablo estaba detenido en la Plata, los ultimos meses de embarazo habìan sido muy complicados con las visitas para verlo , pero Ana naciò y Pablo era el que se tenìa que enterar primero, a Hugo lo le cabìa la duda y por supuesto lo logrò.No se como , pero hablò telefonicamente con el capo màximo de la Unidad 9 de la Plata (estamos hablando del 77, ojo al piojo!!!! ) logrò que a Pablo lo llevaran a la Direcciòn para decirle que habìa nacido Ana Laura y que era una nena gordota. Muchas de las siguientes visitas a La Plata las haciamos con Hugo, Marco y Ana Laura, porque tambièn era una excusa para pasear a sus sobrinos.
Cuando naciò Luciana,(Abril 80 ) se apareciò tarde, ahi cuando ya no permiten visitas, pero no solo....esta vez llegò al Sanatorio con Jorge Bauer y Ruben Chalcoff, para conocer a su 3ª sobrina
esa vez solo venìa de la facultad. Aunque ya repetido lo mìo, el no faltò.....
Y por ùltimo en Febrero del 83, Xiomara dijo presente, despuès de amagar durante semanas , naciò cuando se le diò las ganas, je!!! Hugo a pesar de las idas y vueltas, tambièn estuvo alli.....preguntandonos, es la ùltima, no????
Asi era el tìo Hugo.........
para Asiri, Làzaro, Marco, Ana Laura, Luciana y Xiomara
Maggie
14/4/09
Arbitrario rejunte de recuerdos, anécdotas y extrañezas para recordar a Hugo Bellini, el más amigo de los amigos... El militante de la alegría.
lunes, 13 de abril de 2009
Luces y Sombras
Esta Semana Santa del 2009 ha tenido para mí un significado diferente. Creo que nunca antes tuve un sentimiento tan profundo de duelo en un Viernes Santo, ni uno tan intenso de resurrección un Domingo de Pascuas. Han sido cuatro días cargados de intensidades, conmociones, emociones… Presencias y ausencias. Luces y sombras…
Pero, fundamentalmente, nada ha sido demasiado convencional (¿será porque todo giraba alrededor tuyo?).
Algunas presencias no han sido tan presencias ni algunas ausencias tan ausencias. La tuya, Hugo, por ejemplo no fue más que una omnipresente presencia permanente. Y, necesito decirlo, algunas presencias casi no se hicieron ver…
Hubo ausencias dolorosas y presencias sorprendentes.
Hubo, para mí, ausencia de algún abrazo necesario, y presencia del abrazo fundamental: el de mi hijo.
Hubo presencias cálidas, que siempre le dan dulzura a los momentos amargos.
Hubo ausencias fuertes, que sorprendieron de tanta ausencia.
Estuvieron, obvio, los amigos fundamentales… Todos. Aún los ausentes con aviso.
Allí estuvimos, junto al río, para “ofrecerle” tus “cenizas”…
Nada fue como lo imaginé, amigo. Y me quedé con la sensación de no haber estado a tu estatura. Estoy segura de que vos no te hubieras dejado ganar por “prohibiciones”, ni pescadores, ni familias haciendo pic-nic. Vos te hubieras subido a la baranda y hubieras invitado a todos a sumarse al homenaje…
Vos, estoy segura, hubieras hecho diez viajes de Capital a San Fernando y viceversa para sumar presencias.
Vos, estoy segura, hubieras convertido ese dolor en un acto cálido y casi divertido.
Yo no pude… Hubiera querido “despedirte” con palabras. Con las mejores, las más bonitas. E invitar voces que hablaran de tus siempre divertidas anécdotas… Pero no pude. Nadie pudo.
Nos ganó el dolor de tu presencia tan ausente… O de tu ausencia tan presente.
“Hacelo vos, Stella, que yo no voy a poder”, fue el susurro de Verónica regado en llanto. Y allá fui hacia la baranda… Con un zarpazo en la panza, un nudo en la garganta y los ojos inundados. Tomé ese extraño paquete que “¿te contenía?” y fue raro cómo sonó entre mis manos cual sorda maraca enmudecida. Un silencioso y soleado vendaval se llevó todo y sólo quedaron Vero y Asiri mirándome a los ojos, el río, un camino de flores de colores y yo desatando el nudo de ese paquete raro… Era devastador sostenerlo pero imposible soltarlo (“quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte…”). Lo atraje hacia mí fuertemente, se produjo una intensa comunión y allá fueron, entre flores, esos pedacitos de vos que desde el río me devolvían tu sonrisa para siempre…
Asiri, con su sabiduría implacable, me pidió upa y dijo chau con su manita… Después me miró fijo y me dijo: “Matute, quiero ir a casa”.
Vero hacía honor a la fortaleza limpiándose silenciosamente sus mejillas con el dorso de la mano.
Todos, inclusive pescadores y familias, se habían sumido en un afónico silencio y mantenían baja la mirada.
Y fue así … Distinto a lo imaginado. Un poco frustrante para mi. Pero, evidentemente, como debía ser, porque así fue…
Después vinieron dos días de bonitas emociones encontradas. La convivencia con Vero y Asiri fue sorprendente. Hubo risas, llantos, fotos, imágenes, recuerdos, nombres, babuchas, calesitas, helados, pochoclos, fideitos con manteca, efímeros enojos en miniatura, asado, vino, picadita, coca cola, helado, huevos de Pascuas, muchos abrazos, más besos, mimos, amigos, lágrimas de despedida, presencias… y ausencias, por supuesto. Y vos ahí.
Ahí, todo el tiempo.
Luces y sombras, Hugo. Como fue tu vida. Como es tu muerte…
Stella Matute
sábado, 11 de abril de 2009
Ayer quise recitarte esto
nunca un poema se acerco tanto a lo que necesitaba decirte
va aca fragmentos de él
Elegia
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Miguel Hernández
Te extraño,
Guillermo
va aca fragmentos de él
Elegia
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Miguel Hernández
Te extraño,
Guillermo
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