lunes, 26 de abril de 2010

Parte de vida (o debida)

Hacía tiempo que no entraba por acá... Lo que no significa más que eso... que hacía tiempo que no entraba por acá. Lo que no significa, Hugo, que no te recuerde cada día. Sí. Cada día. Tu asuencia hace tanto más presente tu presencia... Y te cuento todo y espero respuestas y las invento.
El mundo se está poniendo raro, ¿sabés? A veces pienso que es mejor que no estés. Que "lo que sucede conviene", como dicen por ahí. Porque te costaría mucho ver que la utopía está cada vez más escondida para que no la dañen, para que no la pisen. Porque es tan doloroso darse cuenta de que "nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos..." ¿O será que sí? Que "somos los mismos" pero no nos habíamos dado cuenta de que éramos como somos... Y resulta que, como dice el Gran Galeano, todo está "patas para arriba". Entonces me digo: "está bueno que Hugo no esté..." Porque lo sufrirías. Estoy segura de que lo sufrirías... Como lo sufro yo sumándole dolor al dolor de tu ausencia. A la vez, te extraño tanto. Sos tan necesario en tiempos como estos. Extraño tu esperanza impertinente, tu alocado y caprichoso deseo de mejorar el mundo, tu manía de creer en la utopía, tu insistencia de apostarle a los sueños... Y me siento sola en la desaforada búsqueda de rescatar algo... Y me sorprendo acá, de este lado, deseando estar allá, con vos, de aquel lado... Y a la vez no. Vos sabés. No me hagas mucho caso. Es que hoy te necesito especialmente. Seguro vos tendrías la palabra aliviadora. Esa mágica manía de hacerme reir por tanto disparate.
Todo este palabrerío inútil es, amigo mío, la forma que tengo de gritar mudamente cuánto te necesito y lo mucho te que te extraño.